Juan Delval, «una persona
capaz de pensar, de tomar decisiones, de buscar la información relevante que
necesita, de relacionarse positivamente con los demás y cooperar con ellos, es
mucho más polivalente y tiene más posibilidades de adaptación que el que sólo
posee una formación específica»
Hago referencia a esta
cita porque al leerla me hace reflexionar y me hace cuestionarme muchas cosas
de las que creía que era conocedor.
En primer lugar tengo que
decir que nos encontramos en una época en la cual las escuelas e institutos dan
un conjunto de materias muy encasilladas, encaminadas a la memorización y a la
imitación de sus teorías, fórmulas, etc. Lo que provoca, por tanto, es que el
alumno se llegue al examen y vomite todo aquello que ha memorizado. Al no
superar esta prueba llega el conocido fracaso escolar.
En segundo lugar, y
haciendo referencia a lo anterior, estamos de acuerdo en que la educación esta
enfocada a que aprendamos este conjunto de técnicas y pasos a seguir que se nos
lanza en las asignaturas para poder superar con éxito cada curso y conseguir
chavales que ocupen una posición rentable en la sociedad. Esto es lo que “miden”
los institutos. Sino, preguntaros cuantas veces habéis visto un cartel en la
puerta de cualquier instituto mostrando la nota media obtenida en la
selectividad por sus alumnos, de algún modo “orgullosos” por los resultados
pero sin saber si realmente esos alumnos han aprendido algo, es decir tienen
conocimiento, o solamente han hecho lo suficiente para superar los exámenes.
Lo dicho anteriormente es
sólo una crítica al sistema educativo actual español aunque no debemos de
olvidar que tiene su otra parte más positiva. Aún así tampoco debemos omitir la
otra cara de la moneda, los padres. ¿Creéis que los padres son una parte
importante en la educación de sus hijos? Hoy por hoy vemos padres que se
desentienden en la enseñanza de sus hijos, es más, observamos claramente cuando
un niño pregunta y el padre responde “eso ya te lo enseñarán en la escuela”
haciendo caso omiso a las dudas e inquietudes de sus hijos. En ocasiones cuando
los niños no se comportan bien o dicen palabras malsonantes los mismos padres
son los que se excluyen al decir “¿eso es lo que te han enseñado en la escuela?”
como si ellos no influyeran en la educación de sus hijos.
Por otro lado tenemos
aquellos padres que quieren que sus hijos sean tal y como son ellos, que salgan
a su imagen y semejanza. Eso claramente no es educar. Es evidente que los
padres, la sociedad,… influyen en las decisiones futuras del niño, pero una
cosa es influir y otra obligar. Vemos que estos padres se involucran demasiado
en la educación de sus hijos, hasta tal punto que no les dejan libertad para
decidir, incluso a veces se sienten decepcionados cuando sus hijos no deciden
lo que ellos quieren. Con ello los padres pueden llegar a reprimir sus
expectativas de futuro, sus ilusiones.
He llegado a la conclusión
de que educar no es una tarea fácil, más bien bastante complejo. Es una fusión
entre la educación que nos aporta el hecho de sociabilizarnos, en el cual las
figuras más importantes son los padres ya que actúan desde un primer momento, y
por otro lado los conocimientos que vamos adquiriendo con el paso del tiempo
tanto en las instituciones académicas como en el día a día. Desde mi punto de
vista una manera de mejorar la educación en las aulas y de motivar al alumnado
es aplicar a cada clase una parte más creativa que de alguna manera provoque al
alumno un interés por la materia, querer aprender. Y que ese aprendizaje no
sólo se reduzca a la vida académica, sino que además sea aplicable a la vida
social y cultural en la cual también tienen la obligación de colaborar padres y
madres.
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